La historia de la humanidad nos demuestra que el rol de la tecnologia es muy claro: se trata de una herramienta.

Por definición, las herramientas sumadas a la técnicas nos impulsan a los seres humanos y a las empresas para que podamos producir más, para ser más eficientes y cometer menos errores.

Hoy vivimos una época donde afortunadamente el Internet, la comunicación, la competencia y los precios de los chips y equipos tecnológicos crean tantas opciones y oportunidades que nos pueden, lamentablemente, llegar a confundir y a nublar la vista al momento de elegir lo que creemos que es ideal para nuestra empresa.

El mayor error que cometemos al contratar tecnología es hacerlo pensando en sus características y funciones, elegir por cómo se ve o porque nuestra competencia u otras personas están comprando algo que nosotros aún no. El error está en poner por encima las percepciones que tenemos sobre un proyecto o equipo tecnológico y, lo que es peor, sus precios por encima de los puntos de dolor de nuestra empresa. 

En concreto, ¿alguna vez has pensado invertir de esta manera?

  • Comprar una página web atractiva
  • Desarrollar una app para el negocio
  • Adquirir iPads para el equipo de ventas
  • Poner un catálogo en línea con tecnologías innovadoras
  • Hacer un sistema para rastrear avances en las líneas de producción
  • Usar tecnologías emergentes como reconocimiento facial, biométricos, realidad aumentada o virtual, inteligencia artificial o impresión 3D

Por muy innovadora que parezca y por muy bien que suene la idea nunca olvides que, para tu empresa, la tecnología en sí misma no es el fin sino un medio para lograr tus objetivos de negocio. Todos los puntos de arriba parecieran muy buenas ideas y suenan como inversiones muy razonables en esta era digital pero nada es más importante que empezar por las razones de negocio de fondo. Esto significa que el principio siempre debe ser pensar en el problema que quieres resolver o en qué oportunidad deseas aprovechar que te brinde un beneficio comprobable.

Por ejemplo, te puedes preguntar:

  • ¿Qué pasos en mis procesos de negocio son ineficientes?
  • ¿En qué departamentos o áreas funcionales cometemos más errores humanos?
  • ¿Qué costos operativos, administrativos o de ventas me urge reducir?
  • ¿Qué recursos humanos y no humanos se pudieran optimizar y cómo puedo medir esa optimización?
  • ¿Qué decisiones pudiera mejorar si tuviera más y mejor información para tomarlas?

Nuestra recomendación es siempre identificar los puntos de dolor de mi empresa y luego pensar, junto con expertos, en las formas en que la tecnología nos puede apoyar.

Hoy en día sobra quién te pueda hacer una página web, manejar tus redes sociales, publicar una app móvil, implementar un sistema de computadora en la nube o capacitar a un equipo en cuestión de procesos. Antes de contratar un servicio, pregúntate qué es eso en específico que estarás resolviendo y cómo podrás medir que, efectivamente, tu proyecto o tecnología lo esté solucionando.

Los beneficios de hacer este análisis sin duda te darán mejores resultados.